Crónica torneo Bolt Action en la Asociación AMB

Hoy disfrutaremos de una entrada invitada de la mano de Quique Perona que nos trae este Report del Torneo de Bolt Action que se celebró el pasado 19/04/2015 en la Asociación AMB

Bolt Action o la gran esperanza de los wargames históricos

Resulta un hecho incontestable que el pequeño mundo de los wargames se encuentra en expansión; la caída de las vacas sagradas como warhammer ha dado paso a una multitud de sistemas nuevos que aspiran entre sí a ocupar las mesas de juego y los pinceles de los cada día más numerosos adeptos a los juegos de estrategia con miniaturas.

Evidentemente, aunque no son raros los jugadores que combinan la afición entre fantasía e histórico, la mayoría de ellos tienen una posición muy definida en uno u otro lado y se muestran indiferentes cuando no desdeñosos ante las novedades que en otro y otro lado van apareciendo día a día;

En el caso que nos ocupa, la pugna dentro de los juegos dedicados a la Segunda Guerra Mundial se decide principalmente entre Flames of War, juego de miniaturas a escala 1/100 y que representa combates a nivel de compañía o batallón (unos 100- 500 hombres) y Bolt Action, de aparición más reciente y que utiliza miniaturas de 25mm (1/56) para recrear batallas a nivel de pelotón (entre 30 y 60 hombres).

No es este el medio ni el lugar para comparar ambos sistemas, pero sí me parece una buena ocasión para hacer un pequeño análisis del juego de Warlord  aprovechando una oportunidad como la que nos brindó la AMB con la realización de su primer torneo de Bolt Action.

Uno de los equipos alemanes calentando antes de entrar en juego.

En primer lugar, antes de ponernos en el tema hay que destacar la gran organización y los medios que la AMB puso a nuestra disposición, preparando unas señoras mesas de juego, bien equilibradas y con elementos de escenografía del más alto nivel, tanto por escala como por adecuación histórica y realización técnica impecable. Cada una de las mesas suponía un desafío y una ambientación diferente con la medida justa de elementos escenográficos, que en este juego poseen una enorme importancia, pudiendo marcar la diferencia entre una partida divertida y reñida y una sucesión tortuosa de tiradas de dados.

 

En el torneo pudimos viajar desde los desiertos norteafricanos a las estepas rusas pasando por los bellos pueblos normandos. 

Las plazas se limitaron a 12 jugadores, seis por bando para mantener el espíritu “histórico” del juego y evitar los enfrentamientos de jugadores del  eje o aliados entre sí. El ambiente fue impecable y las batallas discurrieron dentro de un espíritu caballeresco con el único fin de disfrutar con el juego sin dejar de lado la competitividad en cada decisión táctica y en cada tirada de dados con las que se decidió la suerte de estos pequeños soldados de plástico y metal.

Los ejércitos que pudimos ver mostraron que en el lado del eje las preferencias son absolutas a favor del ejército alemán en todas sus posibilidades; Werhmacht, divisiones de las ss, e incluso los impronunciables fallschirmjäger (paracaidistas) en los dos esquemas habituales, tanto en gris oscuro  como en amarillo oscuro en vehículos y sus variados esquemas de camuflaje en dos y tres colores. En el lado aliado, las preferencias se repartían en dos soviéticos y cuatro ingleses (resultó muy curiosa la ausencia de soldados del tío Sam, con sus ataques aéreos dobles y su doctrina de fuego y movimiento); en este caso, el juego a la hora de pintar se reducían a tonalidades de verde que primaron a la hora de decorar su infantería y  sus carros de combate.

Ni siquiera el Fürer podría haber puesto la más mínima pega a estos regimientos.

El nivel de pintura fue notable, pudiéndose ver verdaderas obras maestras recorriendo las mesas sin olvidar la fidelidad histórica en las insignias y uniformes, que los amantes de este género valoran como un elemento primordial a la hora de decorar sus ejércitos.

Paracaidistas ingleses asaltando junto a  su carro-llavero Tetrarch.

Respecto al juego, las primeras conclusiones que pude extraer tanto por mis partidas como por las conversaciones que se desarrollaban entre los jugadores es que hay ciertas reglas que necesitan urgentemente una revisión, ya que desequilibran un juego que pretende ser tan equilibrado como la guerra que representan y donde la impresión general es huir de derroteros como los que en su momento tomaron juegos como warhammer 40.000, donde determinadas unidades gozan de unas reglas beneficiosas en extremo o, por el contrario otras resulta ridículo situarlas en el tablero por su nula efectividad.

El MVP del torneo, nada como un Nebelwerfer para hacer picadillo a la infantería descuidada.

Hoy por hoy se puede decir que el juego mantiene un buen equilibrio entre la posibilidad de liderar un ejército único y personalizado con el hecho de que cualquier ejército desplegado puede dar batalla y vencer teniendo como principales factores el talento de su general y el capricho de la guerra representado por los dados.

Paracaidistas británicos desplegándose bajo la cobertura de una ametralladora.

Si hay que personalizar la regla que más necesita una revisión ésta es sin duda la polémica recce o reconocimiento, que permite a los vehículos equipados con ella salir virtualmente “por patas” ante la amenaza de disparo o asalto por parte del enemigo, habiendo o no sido activada y sin necesitar siquiera un triste chequeo, algo habitual para realizar otras órdenes a lo largo de la partida. Y es que hay cosas que chirrían, como el hecho de que un modelo de vehículo estuvo presente en prácticamente todas las listas del eje. El SdKfz. 234, apodado “puma”, un vehículo blindado bien armado con un cañón  de 75mm. capaz de abrir en canal cualquier carro aliado a un coste no demasiado alto y al que resulta frustrante verlo desvanecerse y evitar cualquier ataque haciéndolo virtualmente imposible de destruir. No es cuestión de hacerlo desaparecer de las mesas, sino de regular más acertadamente la regla recce como anteriormente se hizo con los lanzallamas montados en vehículos.

El Sdkfz 234 Puma, presente tanto en las mesas como en las peores pesadillas de los generales aliados.

La otra conclusión no la tengo tan clara, y es que no sé si la causa es el poco tiempo que el propio juego lleva en las tiendas y que aún no tenemos todas las reglas asimiladas o ciertos errores de traducción (que los hay, y gordos) o de redacción del original en inglés pero pude ver que muchas partidas se jugaron con ciertos fallos de aplicación del reglamento por desconocimiento de ambos jugadores que luego en posteriores conversaciones se pusieron de manifiesto.

El ejército rojo se dispone a cruzar el río bajo un intenso fuego enemigo. Ni un paso atrás!!!

En lo que se refiere estrictamente al torneo, la primera posición fue ocupada por un general del eje, Jaba, que por lo que cuentan sus compañeros de la AMB es un crack en cualquier juego que le pongas delante, ya sea histórico o fantástico… ¡felicidades!

El ganador del torneo posando con sus premios

El premio al ejército mejor pintado recayó en otro alemán, en este caso David con un esquema tricolor habitual alemán tardío y que reconoce las dotes de su dueño como pintor de miniaturas, un premio muy reñido a tenor de la calidad vista en el torneo.

David the Hood, el pincel mejor afilado.

Los mejores generales aliado y alemán respectivamente fueron Quique y Mere, ambos unos clásicos del mundo miniaturil y boltiano de la Zona valenciana (Mere es el que nos recuerda a todos que al fin es viernes con las novedades de Bolt, seguro que os suena)

Los mejores generales, alemán y aliado respectivamente.

Como conclusión hay que reconocer que Bolt Action es un gran juego, que mantiene un buen respeto tanto al contexto histórico como a las tácticas de la guerra que representa, bien equilibrado y muy divertido de jugar, que además ofrece la posibilidad de pintar a tu gusto unas miniaturas muy agradecidas de decorar con un tamaño justo para apreciar detalles y que no necesita ni una gran vitrina para tenerlo en casa, ni un gran número de bultos para jugar fuera de ella.

Una vitrina no es una vitrina si no tiene un Panzer. Y lo sabes.

En la parte a olvidar, los habituales despropósitos de Warlord a la hora de enviar pedidos, que todos los habituales de este juego ya conocéis… ¿me equivoco? Pero será el tiempo el que decida si éste se convierte en el referente en wargames de la 2GM o por el contrario, vemos como se olvida como algunos otros que vinieron antes que él. En cualquier caso dejará nuestras vitrinas vestidas con unas miniaturas que aúnan la perfección del modelista, el estudio del historiador y la pasión del wargamero. Un combo difícilmente superable.

La lucha fue feroz por cada palmo de terreno.